
A veces no nos basta que la persona que tenemos al lado nos diga que lo estamos haciendo mal, que nos estamos equivocando; a veces necesitamos darnos cuenta por nosotros mismos para caer en la dura realidad que no queríamos o no éramos capaces de ver. Y es allí, en ese instante, en ese crudo y duro momento, en el que te das cuenta que es necesario un cambio. Limpiar, deshacer, sacar lo que antes estaba, para comenzar de nuevo; nuevos objetivos, nuevos sueños, nuevos planes, nuevos lugares, nuevos personajes…y por qué no nuevos amores.
Es que muchas veces, si bien los cambios son impuestos ya sea por situaciones externas o por nosotros mismos, por más que lo neguemos, siempre existe esa cierta resistencia a ellos, esa cierta fuerza contradictoria del querer y no querer, que nos confunde, nos apabulla, nos altera.

Porque si bien sabemos que hay que dejar entrar lo nuevo, a la vez queremos seguir viviendo en la situación en la que estamos parados, la muy conocida “zona de confort”, porque como la palabra nos dice, nos sentimos cómodos, en donde los miedos y la expectativa no existen.
Y si si…no es que quiera hacerme la muy sabia diciéndoles todo esto, porque al igual que ustedes, también me cuesta adentrarme en el cambio.Más aún, hoy en día, con tantas situaciones nuevas que están ocurriendo en mi vida, creo que la resistencia que hasta ahora he tenido, disminuyó más que nada por haber llegado a su punto límite o porque mi mente y mi cuerpo decidió que era mejor que así fuese.
Porque si hay algo que debo admitir, es que la resistencia que hubo en mí(¿o la hay todavía…?) se manifestó acompañada por un sin fin de lágrimas, dolores intensos de cabeza y fuertes malestares de estómago.
Sin embargo, la pregunta es…¿De qué me sirvió? Si en realidad lo único que tengo que hacer es dejar fluir y ver cómo los cambios se van dando.
So let’s face it… los cambios molestan, incomodan…Es por ello que se dice que la Incomodidad es amiga del cambio; esa sensación de sentir que algo no está bien, que no está en su lugar. Es en ese momento, cuando nos damos cuenta que hay algo que se debe rever, ordenar, como cuando vemos un libro fuera de lugar en su estantería o como cuando sentimos una piedrita en un zapato.
Según los psicólogos , existen 6 etapas referidas al cambio:
1. La etapa de choque: como el baldazo de agua fría que te tiran estando desprevenid@, el cambio te choca, te paraliza.
2. La etapa de negociación: negamos completamente el cambio. Preferimos quedarnos con lo que nos aporta control

3. La etapa de negociación: vemos si de alguna manera podemos escapar del cambio.
4. La etapa de depresión: aceptamos que el cambio es inevitable y otra vez nos deprimimos.
5. La etapa de prueba: nos damos cuenta que tenemos que secarnos las lágrimas, sacar pecho (como diría mi mamá) buscar la solución y afrontar la realidad.
6. La etapa de aceptación: ya en esta etapa nos sentimos más Zen, con nuestras emociones en equilibrio haciéndole frente al cambio.
Ahora bien ..te pregunto, si estás atravesando un gran cambio ¿En qué etapa estas? …¿Te está costando? …Yo creo que ya estoy en la etapa de prueba y aceptación.
Sin embargo, según estuve investigando, hay ciertos factores a tener en cuenta para que no nos cueste tanto afrontar ese movimiento caótico de estanterías en nuestras vidas. Por ejemplo…

So…como ya ves…los cambios no son tan terribles…al contrario…son circunstancias, situaciones que nos hacen crecer y pensar de otra manera. Y seguramente nos cuesten, nos duelan, nos asusten…pero si aprendemos a disfrutar del proceso, sacando lo mejor de nosotros mismos; entonces quizás no sea tan difícil.. porque como dijo Buda “ No es el cambio lo que produce dolor, sino la resistencia a él”.
0 comentarios