Seguramente que a más de un@ le habrá pasado de estar en una nueva relación de amor con alguien que cumple todas nuestras expectativas, una persona con quien nos sentimos cómod@s, segur@s, felices. Hasta que, llega ese inevitable e incómodo momento en el que el destino decide un encuentro (fortuito, a veces) con aquel/aquella ex que ya habíamos decidido dejar atrás. Aquella persona que al verla se nos vienen un montón de recuerdos e imágenes encima, que hace que todas las estanterías se nos muevan en nuestra cabeza; generando así, una especie de melancolía, tristeza – quizás- y confusión. Y es en ese momento, cuando nos preguntamos… “¿Seguiré sintiendo algo por esta persona?” Y si es así, «¿Qué siento entonces con quién estoy ahora? ¿Será amor, cariño… el clavo que saca otro clavo? » Dicho de otra manera, comenzamos a buscar la razón de porqué seguimos pensando en nuestro ex.
Según mis deducciones, y después de haber pasado por una situación de estas, las causas podrían ser tres. La primera, que el duelo todavía no está hecho (aunque creíamos que sí). La segunda, que continuamos enamorad@s de esa persona, aunque todavía seguimos negándolo. Y la tercera, que estamos terriblemente estancad@s en el pasado como un tractor con las ruedas hundidas en el barro.
Sin embargo, my dear friend, a pesar de todas esas seguidillas de posibles causas, hay una razón, bastante válida por cierto, con la que nos podríamos sentir mejor y no tan confudid@s, sobretodo si estás saliendo con alguien con quién estás comenzando una nueva relación.
De acuerdo a lo que estuve investigando, hay algo mucho más allá de los sentimientos, las emociones y un corazón herido…Sí, algo más bien neurológico, lo que produce que no sólo se genere una confrontación emocional, sino también cerebral.
Antoine Bechara, un neurobiólogo experto, afirma que aunque hayan pasado meses, años quizás, aunque estemos sol@s o con otra pareja y pensemos que ya nos las sabemos todas …A pesar que, le hagamos saber al resto del mundo: “Sí, acá estoy yo, que logré salir adelante dejando toda historia pasada atrás”, como si de una cortina de superhéroe se tratara…
Aún creamos que ya nos sacamos por completo a esa persona de nuestra cabeza… lamentablemente, la verdad es que no. Porque nuestro cerebro seguirá procesando y traduciendo toda esa información almacenada en imágenes, recuerdos, sensaciones, sentimientos and so on.
¿Cómo así?… Bueno, te cuento. Al parecer en el cerebro, en el lóbulo temporal existen dos estructuras. Por un lado, el hipocampo ( en donde se genera la memoria declarativa, es decir caras, palabras, etc.), y por el otro, la amígdala (lugar en el que se produce la memoria emocional).
Dicho esto y como es de esperar, toda información declarativa que le llegue al cerebro vendrá acompañada a su vez por un contexto emocional, el cual será detectado por la amígdala, que enviará neurotransmisores al hipocampo.
Esto hará (y acá llego el momento en el que más de uno se debe sentir reconocid@) que después nos sintamos angustiados, tristes; aún hayan pasado meses sino años después de esa separación.
Más aún, los expertos confirman que cuanto más tiempo o más intensa haya sido la relación con esa persona, más data quedará almacenada en la amígdala y más reacciones involuntarias le seguirá enviando a otras partes del cerebro.
Ahora bien, ¿esto puede perdurar en nuestra cabeza para toda la vida? Seguiremos pensando en nuestr@ ex por el resto de nuestras vidas? Y acá te digo que respires y te alivies porque no querid@…por suerte no.
Por si no lo habrás notado, a medida que pasa el tiempo más te vas olvidando de esa persona.
En otras palabras, y explicado científicamente, llega un momento en el que todas aquellas conexiones cerebrales (que no querías que ocurrieran) se saturan, debido a que disminuyen los neurotransmisores en la zona de intercambio neuronal. Será por eso, que dicen que el tiempo todo lo cura…al final era verdad.
Y lo bueno de todo esto, es que si en vez de ocurrirnos a nosotr@s, le sucede a quien solía ser nuestra pareja anterior; como dijo un amigo, será porque hicimos un “buen trabajo”.
De todos modos, y ocurra a quién le ocurra, ya sabemos que «la culpa» no la tiene ni nuestro corazoncito confundido, ni nuestras emociones alborotadas, ni la persona actual ni la anterior…ya sabemos que «la culpa» de porqué seguimos pensando en nuestro ex, la tiene esa maldita amígdala.
Esa parte del cerebro que debemos lograr controlar, sin dejar que nos confunda, nos altere; para poder así olvidar el pasado, seguir adelante y darte la oportunidad de vivir nuevas experiencias con otra persona.
